En headhunting, no gana quien primero contacta. Gana quien sabe cuándo hacerlo.
El “timing” no es intuición: es observación y estrategia.
Acercarte demasiado pronto puede parecer presión; demasiado tarde, resignación.
🔹 Observa las señales:
Cuando una empresa entra en reestructuración, cuando el candidato publica más en LinkedIn o asiste a eventos del sector… son momentos en que puede estar más receptivo.
🔹 Cuida la relación antes de necesitarla:
Comparte contenido útil, comenta con valor, sé visible sin ser insistente.
El contacto frío solo funciona en la nevera.
🔹 Aprovecha los disparadores naturales:
Cambios de rol, aniversarios laborales, nuevos proyectos. Son excusas genuinas para reabrir conversación.
🔹 Evita las ventanas frías:
Si acaba de ser ascendido o lidera un proyecto clave, espera. A veces, el mejor movimiento es no moverse todavía.
El secreto no está en hablar más, sino en elegir el momento en que te van a escuchar.
Conclusión: el timing no se improvisa; se analiza, se mide y se siente.
Porque en talento, igual que en la vida, a veces llegar a tiempo vale más que llegar primero.
